Maderas Tratadas

Una madera natural, es decir, aquella recién cortada del árbol, contiene un grado de humedad tan alto que resulta difícil trabajar con ella. Además, es especialmente sensible al deterioro y pudrición por la acción de agentes biológicos (hongos, insectos) y ambientales (agua, luz). Por eso, las maderas utilizadas en la fabricación de viviendas y mobiliario necesitan pasar por distintos procesos que incrementen su resistencia y faciliten su manufactura.

Las maderas tratadas pueden recibir diferentes tratamientos, o bien una combinación de varios de ellos, dependiendo del tipo de madera y del uso y la ubicación que se le vaya a dar. Los barnices, pinturas y lasures proporcionan una protección superficial, principalmente contra los rayos UV del sol. Son de efecto limitado en el tiempo, y pueden contener productos activos contra agentes biológicos (hongos e insectos), así como propiedades hidrófugas (repelencia al agua).

Existen también tratamientos de protección media, adecuados para ciertas maderas de exterior (como puertas, ventanas y revestimientos). Generalmente consisten en la aplicación de disolventes orgánicos, y en menor medida de sales hidrosolubles, mediante un sistema llamado vacío-vacío, o por pulverización. La protección no es eficaz a partir de grados de humedad frecuentes superiores al 20%, o para maderas en contacto permanente con el suelo. Las maderas así tratadas pueden ser pintadas o barnizadas.

En la madera de construcción y en aquellas en contacto con el suelo y expuestas la intemperie y a altos grados de humedad, se hace necesario aplicar una protección profunda, mediante el llamado tratamiento en autoclave con sistema vacío-vacío o vacío-presión- vacío. Con estos procedimientos se consigue inyectar en profundidad dentro de la madera productos protectores frente a agentes dañinos. Es también un sistema de protección eficaz para maderas en contacto permanente con el agua marina.

Conocer la naturaleza y el alcance de los distintos tipos de agentes dañinos para la madera nos permitirá protegerla y utilizarla de una mejor manera. Es perjudicial una humedad excesiva, especialmente a partir de un grado del 30%. La luz del sol provoca un deterioro visible, al decolorar superficialmente la madera. Y por supuesto, hemos de nombrar el fuego como uno de los mayores enemigos de este material, dado que puede provocar su destrucción completa.

Existen además distintos tipos de organismos que atacan la madera, y la utilizan bien como fuente de alimento (xilófagos), bien como protección. Las bacterias causan un aumento de la permeabilidad y el ablandamiento de la superficie de la madera, mientras que los hongos pueden llegar a pudrirla por completo. De los 26 órdenes de insectos, cinco son dañinos para la madera: termitas, escarabajos, abejas, avispas y hormigas, igual que tres tipos de moluscos: polas, gusanos de barco y limnorias.